
A pesar de ser el día del Señor y sabiéndonos en pecado mortal por trabajar en tan señalado día, los esforzados currantes de esta santa y, a la vez, profana oficina acudimos felices y contentos a nuestra cita semanal. Dirigidos por su incansable y juguetón sesgador profesional y director de recursos humanos, nuestro venerado maestro y guía espirtual, nos aventuramos por una improvisada ruta hacia los famosos lagos de Teixeiro. Y dicen las supersticiosas lenguas de las gentes de esta región anfíbia que en ellas habitan las meigas, siempre al acecho de los esforzados ciclistas, para llevar a cabo sus oscuros sortilegios y hechizos. Efectivamente: allí nos estaban esperando. La sospecha se tornó en certeza cuando Camilo sintió un pinchazo en el fondo de su alma y en su rueda trasera y ya no hubo lugar a dudas al ver en la fuente a tres faunos motorizados emponzoñando el agua y sumidos en una repugnante bacanal. A aquella rueda embrujada no había Dios que la remendara. Al fin nuestro guía espiritual con uno de sus radicales conjuros (y la cámara de Lucho, todo hay que decirlo...)consiguió de forma sobrenatural lo que de otro modo estaría negado a los pobres mortales.
¡Ah!, en ese momento y herida en su negra alma, la meiga reclamó lo que es suyo: ¡sangre! y en ese momento mágico la hizo manar de la rodilla de Fer, un inocente pecador muy dado a este tipo de sacrificios. Como despedida, viéndonos salir de sus dominios, huyendo con el rabo entre las piernas, y venciendo a todas las leyes de la lógica e incluso a la ley de la gravedad, lanzó hacia el abismo de manera portentosa al habilidoso Isaac (que ya al principio de la mañana nos había deleitado con sus filigranas sobre la rueda delantera.
Llegamos, como siempre, tarde. Pero esta vez no podemos culpar al maestro sino al terrible meigallo que se reveló cierto, no una superstición de las buenas y atormentadas gentes de la región anfíbia de lo lagos de Teixeiro.
Nota 1:
la rutaNota 2: los que tengan suficientes agallas y espíritu aventurero para afrontar el desafío 2010, que lo vayan diciendo en estos comentarios con el fin de proveerlos de un humilde techo para la noche de la víspera, un sencillo vaso de vino (¡sólo uno, sólo uno!...), una hogaza de buen pan y un trozo de tocino que nos haga más llevadero el camino.